Desde este enfoque humanista, entendemos que la persona no es un individuo aislado, sino que es parte de un sistema mayor en el cual su conducta cobra sentido.
El foco lo ponemos en las relaciones establecidas entre los miembros del sistema, ya que esto ayudará a entender y dar sentido a lo que les ocurre a cada una de las personas.
La familia es el germen de cualquier otro sistema donde nos vamos a relacionar y desarrollar como personas. Las dinámicas de relación y comunicación aprendidas, las alianzas establecidas, los valores familiares heredados así como los secretos o mitos con los que nos hemos criado, van a marcar nuestra forma de posicionarnos en el mundo. Descubrir cuáles son esas dinámicas y cómo nos están influyendo, nos permite tomar decisiones conscientes y orientar nuestra vida hacia los objetivos que deseamos alcanzar.
Teniendo esto en cuenta, la terapia sistémica nos permite abordar equipos de trabajo, contextos escolares y familiares, nuestra pareja y a nosotros/as mismos/as como individuos.
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